Si existe una civilización antigua tan icónica y poderosa que en la historia alcanzó un gran desarrollo en las ciencias, las artes, la religión y el comercio, esa es la egipcia.

Impresiona por la majestuosidad de sus pirámides, monumentos cubiertos de jeroglíficos tallados en sus paredes, templos y riqueza cultural. Incluyendo sus múltiples misterios y enigmas todavía sin resolver por científicos y arqueólogos.

Hay mucho más de Egipto que lo que se ha descubierto. Cada vez se realizan nuevos hallazgos. Es como si esa espléndida civilización estuviera surgiendo de nuevo.

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Algunas visitas obligatorias

 

La visita a los templos de Egipto es una experiencia casi religiosa.

Es asombroso constatar los logros de una civilización en pleno desierto hace 5 o 4 mil años… Logros que asombran aún hoy en día.

Entrar a un templo va acompañado de un recogimiento especial, admiración y respeto ante la majestuosidad de sus construciones, independientemente de que no sea religioso. Una no hace sino pensar, tratar de imaginarse cómo debió haber sido semejante cultura en sus tiempos de esplendor.

Volver a El Cairo luego de una de esas visitas, era como regresar a un pueblo luego de visitar Nueva York, a pesar de los milenios que han pasado desde la desaparición de la civilización egipcia.

Estos son los templos que visitamos y que les recomendamos.

 

Templo de Abu Simbel

 

Para llegar a Abu Simbel, al sur de Egipto hay que primero llegar a la ciudad de Aswán.

Desde ahí tomas un autobús o taxi hacia Abu Simbel. Ese trayecto va a tomar aproximadamente tres horas para llegar al templo.

Como dijimos anterioemente, nosotras fuimos con el autobús del paquete turístico. Pero al final nos dimos cuenta que un taxi contratado por tu cuenta salía mucho, mucho, mucho más barato. ¡Este es un punto que no te van a decir ni en el hotel, ni tu agencia de viajes y menos tu operador turístico!

Abu Simbel es un monumento arqueológico extraordinario que tomó alrededor de 20 años en terminarse. Son dos templos uno al lado del otro, excavados directamente en la roca. Fueron construidos bajo el mandato de Ramsés II para conmemorar la victoria de la batalla de Qadesh mostrando así su poder a sus vecinos.

Pero como sucede con estos grandes autócratas (y el faraón era un dios viviente), este santuario estaba también dedicado a la grandeza y divinidad del propio Ramsés II. El otro santuario conmemora a su esposa favorita Nefertari.

Dentro de los templos, hay cuatro estatuas de cuatro dioses. Dos veces al año, exactamente el 21 de octubre y el 21 de febrero el sol penetra al templo e ilumina la cara de tres figuras. Y hay uno que permanece en la oscuridad: el dios Ptah, dios del inframundo.

Una cosa increíble de estos templos es que fueron trasladados 200 metros, bloque por bloque, en los años 60s para que no quedaran sumergidos en el agua por la construcción de la Represa de Aswán. Ves esos templos y te preguntas “¿Cómo pudieron trasladar semejante complejo piedra por piedra?

 

Templo Edfú

 

El segundo templo qué recomendamos visitar es el templo de Edfú. Dedicado al dios Horus, es uno de los templos mejor conservados en Egipto.

Lo interesante de este templo es que tiene en sus columnas y paredes figuras grabadas que te trasladan en el tiempo. Allí, los egipcios expresaron su modo de vida, costumbres, labores cotidianas. En esas inscripciones hablan sobre su lenguaje, mitos, leyendas, religión, etcétera.

En el Antiguo Egipto, a la gente le encantaba contar todo lo que hacían. Esas escenas son invaluables para sumergirnos en un modo de vida desaparecido hace milenios.

Eso te da una perspectiva de tu propio lugar y tiempo. Porque ves a personas en labores cotidianas de hace 4.000 años y de algún modo te das cuenta que no son tan diferentes a nosotros hoy.

En el momento de su descubrimiento, Edfú se encontraba bajo 12 metros de arena. Ese hecho explica que sea uno de los templos que mejor se conserva.

Según la historia, Edfú fue atacado por los cristianos que destrozaron una gran parte de sus relieves por considerarlos paganos. Sin embargo, a pesar de eso y como dijimos, el templo se mantiene y se conserva en muy buen estado.

 

Templo Kom Ombo

 

Queda al norte de Aswán, como a unos 40 kilómetros. Este templo es una fortificación militar de las dinastías egipcias. Fue construido con piedras que fueron obtenidas de las canteras vecinas.

Nos encantaron especialmente los hermosos atardeceres frente al río Nilo que se disfrutan desde este templo. ¡Imperdibles!

 

 

 

Templo de Luxor

 

Luxor es otra estrella de Egipto y es recomendable verlo de noche porque es bastante iluminado.

Este es un templo dedicado a Amón, dios del viento. Posee gran cantidad de columnas colosales. Todo el templo es de dimensiones imponentes, que es precisamente lo que más capta la atención de los turistas, historiadores, y arqueólogos.

Luxor ha sufrido muchas modificaciones. Originalmente fue dedicado al culto de Amón-Ra. Pero a medida que pasó el tiempo, ha sido utilizado por otras religiones. Ese templo fue dominado primero por los griegos, luego por los romanos, cristianos y finalmente los musulmanes Actualmente hay una mezquita.

 

 

Templo de Karnak

 

A pocos kilómetros frente a Luxor, este templo tiene tres santuarios que están dedicado a tres dioses importantes en la época: Amón, Mut y Montu.

Una de las cosas más interesantes que tiene este templo es que hay una sala majestuosa de 134 columnas colosales, cada una de ellas poseyendo extraordinarias inscripciones y jeroglíficos. Este templo tardó aproximadamente 1.200 años en construirse.

 

La Faraona

 

No, no era María Félix, la actriz mexicana. Era una verdadera faraona, más poderosa que la famosa Cleopatra.

Para ser faraón, tenías que ser hombre. En el caso de Hatshepsut, cuyo nombre lleva el tercer templo que visitamos en el complejo, hasta vestía ropas de hombre. Ella decía que le temía más a caer en el olvido que a su propia muerte. Por ello su principal objetivo era construir monumentos y templos con el fin de recordarla.

Sin embargo, después de su fallecimiento estos templos fueron destruidos por aquellos que no compartían su mismo pensamiento.

 

Pirámides Giza

 

Una de las visitas que por supuesto, no hay que perderse. Es como el icono del país. Ubicadas en la llanura de la región de Giza, las pirámides de Keops (la Gran Pirámide), Kefren y Micerinos son las vedettes de un viaje a Egipto.

Si sufres de claustrofobia, no entres a las pirámides. Es muy estrecho, la multitud y el calor conspiran para ser la pesadilla de quienes detestan los espacios pequeños.

La pirámide más antigua que se conoce es la de Saqqara, o Pirámide Roja. Es como 1000 años más antigua que las “tres vedettes” y sus técnicas de construcción son un misterio.

Al entrar en alguna de estas pirámides y templos, sentíamos la presencia de los personajes retratados en los jeroglíficos de las paredes. Nos sentíamos  transportadas a esa época.

 

El Valle de los Reyes

 

Otro hito que te recomendamos visitar es El Valle de los Reyes. Se trata, en realidad, de un cementerio exclusivo para los faraones. El más famoso de los hallados (aunque no el más importante faraón egipcio) fue Tutankamón.

Sólo la tumba de Tutankamón y otra más se han salvado de los saqueadores. En los incontables siglos, muchas revueltas ha visto Egipto.Y en algunos de esos períodos de caos o  simplemente, cuando esta necrópolis estaba en el olvido, los saqueadores hicieron un gran negocio.

Aunque todos hemos visto fotos de las pirámides egipcias, créenos cuando te decimos que no es lo mismo cuando estás ahí presente. Nos embargaba un sentimiento de maravilla y recogimiento que realmente no podemos decir que lo hayamos experimentado en otros lugares.

 

Consideraciones finales

 

Como dijimos, estos templos y monumentos hablan de las maravillas del Egipto antiguo. Pero no debemos perder la perspectiva. Es indudable que para su construcción, se usaron miles de seres humanos, al parecer de modo inhumano. Todo por la gloria y la supuesta divinidad de un rey-dios y su poderoso clero.

Esos templos están ahí no sólo para hablarnos de los prodigios de una antigua civilización, sino para recordarnos lo efímera que es, a la larga, incluso la más grandiosa civilización. Y que, al final, incluso un rey-dios puede caer en el olvido.

¡A lo mejor dentro de dos mil años los turistas visitarán las ruinas del Burj Khalifa o la Torre Eiffel! O a lo mejor ya no quede ni el rastro… Pero quizá se sigan levantando los antiguos templos egipcios desafiando al tempo.