Visitar Marsella, la segunda mayor ciudad de Francia y su puerto más importante, es una excitante experiencia.

Fundada por colonos griegos alrededor del 600 AC es la ciudad más antigua de Francia.

Marsella es una ciudad cosmopolita donde la diversidad de su enorme porcentaje de inmigrantes de todo el mundo la hace una moderna y vibrante metrópoli.

En este artículo te comentamos cómo tener una buena semblanza de Marsella en una visita de sólo dos días.

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Llegar a Marsella

 

A Marsella se accede fácilmente desde París, bien por tren a la Gare Marseille Saint-Charles,  o por carretera.

Es la ciudad grande más económica para hospedarse en Francia.

El gran flujo de inmigración ha traído que ciertos sectores de la ciudad sean peligrosos durante la noche. Por ello, te recomendamos hospedarte cerca de Puerto Viejo.

Es una ciudad con una enorme cantidad de inmigrantes. Para que te des una idea, el 25% de la población es musulmana.

 

El Puerto Viejo

 

Le Vieux-Port (Puerto Viejo) de Marsella ha sido el puerto de la ciudad desde la antigüedad y hoy es el punto focal del turismo. Es un sitio principalmente peatonal, donde se puede pasear con la certeza que se está en un lugar con al menos 2.500 años de historia.

En la mañana temprano, no puedes dejar de ir al mercado de pescadores. Allí entrarás en contacto con el verdadero espíritu de la ciudad: su diversidad cultural y étnica.

A raíz de ser declarada Marsella Capital Cultural de Europa en 2013, el puerto fue convertido principalmente en un paseo peatonal y está siendo sometido actualmente a grandes reformas y construcciones, que lo dejarán con hermosos parques y sitios de recreo público.

Qué hacer – Día 1

 

A 15 minutos a pie desde el Puerto Viejo, está la Catedral de Marsella. La arquitectura es un menage de lo bizantino y románico. Data de finales del siglo XIX y se construyó sobre una más antiguo basílica del siglo XII.

Algunas de sus partes, como el coro y una nave se conservan de la antigua catedral.

Es la catedral más grande en términos de longitud de toda Francia: 146 metros. Notre-Dame de París tiene 127 mts.

Está abierta todos los días

Otra iglesia notable es la Basílica de Notre-Dame de la Garde, en la cima de un promontorio a 150 mts de altura.

Más que cualquier otra cosa, esta iglesia es el símbolo de Marsella por excelencia. En el camino a la catedral, hay un mirador desde donde se aprecia la ciudad de Marsella. Su interior es de un estilo bizantino con mosaicos y vitrales increíbles.

Desde esta altura, el ocaso es un espectáculo imperdible. Se puede llegar a pie, pero es un camino más apto para peregrinos penitentes. Para los menos aventureros, existe un funicular.

Otra actividad que no debes dejar de hacer es probar el Caldo de Pescado Bouillabaisse. Su origen es que los pescadores hacían ese caldo con los peces que no se vendían.

Es esa variedad mixta de peces de diversas especies y una selección de hierbas y especias que varía de receta en receta y de familia en familia lo que hace este caldo tan delicioso y único.

Un símbolo de la ciudad es la fabricación artesanal de jabón. El mundialmente conocido Jabón de Marsella, se hace con aceites vegetales naturales desde hace ¡seis siglos!

Puedes ver el proceso de fabricación en alguna de las cinco fábricas tradicionales que aun subsisten. Nosotras compramos varias pastillas y son exquisitos.

Qué hacer – Día 2

 

El Parque Nacional Calanques fue establecido como tal en 2012.

Es un lugar costero con bellísimas vistas escénicas y fabulosas playas mediterráneas.

Se accede a las playas a pie y no se recomienda ir con niños porque el camino es de formaciones rocosas y es muy abrupto. Luego hay que atravesar un bosque.

En la propia playa, debes estar con sandalias, porque la arena está formada por pequeñas ´piedras, como suele ser en el Mediterráneo.

Las aguas de Les Calanques son de un azul intenso. No vayas en verano, porque el excesivo turismo puede arruinar la experiencia. Trata de ir en primavera u otoño, cuando las aguas siguen siendo cálidas y el número de visitantes disminuye considerablemente.

Conclusiones

 

Si quieres combinar la vida de una ciudad cosmopolita, diversidad cultural, clima perfecto y bellezas naturales, no podemos imaginar muchos sitios tan destacables como Marsella.

El himno nacional francés fue cantado por primera vez en París por voluntarios de Marsella, de ahí su nombre de La Marsellaise. Marsella es también una ciudad tolerante, como fue demostrado durante los disturbios étnicos en Francia en 2005, que sacudieron varias ciudades y durante los cuales Marsella permaneció en calma.

Por supuesto, hay mucho más que ver que lo que podrías en un par de días, pero si estás apretado de tiempo o dinero, esta mirada a Marsella de dos días bien vale la pena.