Con la cuarentena sanitaria impuesta por la epidemia de covid-19 nos encontramos como todo el mundo realizando una serie de actividades en nuestra casa, muchas de las cuales son de índole interna.
Algunas de estas actividades incluyen miradas internas que estamos haciendo para manejar emociones y llenar nuestro tiempo con actividades significativas.
Una de las más importantes es un trabajo de reflexión y de evaluación de lo que ha sido nuestra vida en estos años de viajar por el mundo.
Pero más que simplemente recordar los distintos sitios donde hemos estado, este post tratará acerca del impacto duradero y determinante en nuestras vidas que ha producido esta vida de trotamundos.
¿Nos acompañas?
Una mirada a lo esencial de la vida
Nosotras siempre hemos sido personas que valoramos más las experiencias que las posesiones materiales. Pero después de que iniciamos nuestro viaje de vida a través de ir por el mundo realmente esta idea se ha cristalizado de una manera empírica.
Una cosa es tener el conocimiento intelectual. Otra muy distinta es vivirlo.
Una experiencia altera de manera significativa y a largo plazo -a veces permanentemente- tu ser, tu personalidad. Una posesión material en el mejor de los casos satisface un deseo pasajero. Tú sientes un alivio momentáneo por satisfacer ese deseo pero eso es algo de corta duración. Una vez que esta euforia pasa, vuelves a su estado original.
Pero cuando eres afectado por experiencias –en nuestro caso, experiencias maravillosas y algunas experiencias no tan buenas– eso queda en tu ser y te va haciendo crecer como persona.
Tu ego y el darte demasiada importancia disminuye
Una de las cosas que hemos notado es que nuestro ego ha disminuido. Después de analizar este hecho, creemos que es porque las personas que tienen un horizonte muy limitado tienden a pensar que ellas y su entorno inmediato o incluso su país son el ombligo del mundo.
Cuando viajas y conoces tantas personas, tantas culturas, te das cuenta que tú no eres más que una parte muy pequeña de todo ese gran mosaico qué es nuestro planeta.
Cuando ves las cosas desde esa perspectiva, lejos de sentirse insignificante más bien te sientes como parte de algo mucho más grande, te eleva como ser humano y a la vez te vuelve más humilde, más agradecido.
Nos ha hecho conscientes de que todos estamos interconectados
Todos vamos en el mismo barco: lo que pase aquí afecta a quienes están en otro sitio y lo que pasa en otro sitio afecta a cada uno de nosotros. Esa realización, ese darse cuenta de esa interconexión entre todos los seres humanos que como lo dijo el poeta John Donne “ningún hombre es una isla”, tiene su confirmación plena en la situación que estamos viviendo.
Algo que comenzó tan lejos como China ha afectado a todo el mundo y esto es algo que nos pone a pensar, esta interconexión de toda la vida del planeta es una de las cosas más importantes que debemos reflexionar. Nosotros somos parte de este tapiz y es imposible romper una fibra sin que se desaten muchas otras.
Nos ha hecho más fuertes
Nosotras hemos tenido que enfrentarnos a situaciones en el extranjero, en entornos desconocidos donde ni siquiera hablábamos la lengua y hemos superado esas pruebas.
Eso nos ha dado una inmensa confianza en nuestras posibilidades, en nuestra potencialidad, nos ha hecho personas más seguras, más a gusto con nosotras mismas y conscientes de nuestro poder interno.
A través de las experiencias en los viajes nos hemos dado cuenta de algo muy importante, y es que nunca vamos a saber de lo que somos capaces de alcanzar hasta no intentarlo.
Nos impulsa a buscar nuestro propio camino espiritual
Una de las cosas más significativas en toda cultura es precisamente el tema de la religión. Hemos conocido y hemos tenido la oportunidad de acercarnos a varias religiones. Hemos visto muchos puntos en común en ellas y hemos visto lo que es la fe. Eso ha tenido un impacto profundo en nosotras.
Cuando entramos en contacto con tal variedad de creencias se hace difícil que venga el líder de una secta o culto o religión institucionalizada a querernos vender ideas raras, pretendiendo que él es el único dueño de la verdad y pretendiendo ser un líder espiritual al que debemos seguir.
Hemos caído en cuenta en nuestro periplo por el mundo que precisamente son muchos los caminos y que el ser humano debe siempre buscar las respuestas dentro de sí mismo, porque el Ser Interno de cada quién te dice cuál es el mejor camino para ti en ese momento y no dejarte llevar ni esperar la aprobación de las personas que te rodean.
Más tolerancia
El entrar en contacto con tal diversidad de idiosincrasias, creencias y culturas nos ha hecho mucho más tolerante.
Nos parecen realmente sin sentido esas pretensiones de algunas personas en pensar que sus creencias, su religión, su ideología está por encima de otras.
Creemos que es una visión muy pequeña, insignificante de lo que es el gran tapiz de la vida. Al viajar te das cuenta que todas las visiones del mundo son diferentes aproximaciones de una misma realidad.
No hay ninguna más importante que otra. Sencillamente son diferentes caminos y cada persona, por ley de vibración, encuentra su nivel de acuerdo al estado de evolución en el que esté.
Hemos aprendido a discernir lo esencial
Mucha gente vive como dormida. Ese sueño nace de poner primero lo temporal, lo irrelevante antes que lo esencial y verdaderamente importante.
Por una cuestión obvia de peso de equipaje hemos tenido que llevarnos en nuestros viajes solamente lo que es realmente importante. Como metáfora, esa misma idea fue evolucionando con el tiempo y la hemos aplicado a nuestras propias vidas.
Desprendernos de lo que es superfluo superficial y apegarnos a lo que es esencial y trascendente. Tal ha sido nuestra manera de vivir la vida desde que hemos comenzado a viajar.
Hemos aprendido a detenernos y respirar
Viajar nos ha permitido ver como desde “cierta distancia” vivimos una vida a toda velocidad, como queriendo llegar siempre rápidamente hacia un lugar que ni siquiera sabemos cuál es.
Hemos adquirido una perspectiva desde la cual podemos sentarnos a observar como la vida transcurre y que muchas cosas que nos han agobiado han pasado sin mayor trascendencia. Y que toda esa angustia que quizá pudimos haber sentido resultó ser algo inútil e innecesario porque todas las cosas temporales por su misma naturaleza son efímeras, pasan.
Deseo de conexión con otros
A través de nuestros viajes, desarrollamos una tendencia a comunicarnos y conectar con otras personas.
Cuando viajas, así lo hagas solo o viajes en grupo, siempre va a surgir esa necesidad de, por ejemplo, pedir información e indicaciones en el sitio donde estés.
Luego por el simple hecho, por el placer que se experimenta conectando con personas que han vivido realidades muy diferentes a la tuya, incluso si eres una persona tímida, desarrollas cualidades sociales y una empatía que no creerías que tenías.
Definitivamente, el conectar con seres humanos en lugares distantes, incluso con quienes no hablan nuestros idiomas, es una experiencia gratificante. El lenguaje casi nunca es una barrera cuando la gente quiere realmente comunicarse.
Que reflexiones te ha dejado esta cuarentana?
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