Mucha gente nos pregunta, de una forma u otra, qué nos impulsó a lanzarnos al mundo. Qué fuerza nos ha llevado a explorarlo. Incluso dejando atrás una lucrativa profesión como profesionales en Ciencias Actuariales.

Bueno, como toda historia verdadera y permanente, todo comienza en la niñez.

De niñas amábamos viajar. Comenzamos por paseos cortos en nuestra natal Venezuela. Teníamos esa espinita de conocer nuevos parajes, vivir nuevas experiencias diferentes de lo que estábamos acostumbradas a ver y vivir en nuestra vida cotidiana.

 

Madrid, España

A medida que salíamos de la adolescencia, comenzamos a escuchar las voces de “expertos” que nos decían que viajar al extranjero, visitar países exóticos y lejanos estaba sólo al alcance de personas con presupuestos altos. Quizá sería mejor preocuparnos por obtener vivienda y, de ser posible, un vehículo

Debemos confesar que por un tiempo hubo momentos en que pensamos que, después de todo, quizá la gente tendría razón. Pero nuestro anhelo seguía estando allí, en forma de un sueño.

Hicimos una vida más o menos convencional: estudiamos Ciencias Actuariales en la Universidad. Obtuvimos trabajos corporativos.

Por razones profesionales, decidimos estudiar una Maestría en el extranjero. Ahorramos todo lo que pudimos pero sabíamos que eso sólo nos alcanzaría para pagar nuestros estudios y cubrir nuestras necesidades más apremiantes.

La ciudad elegida fue Madrid.

Málaga, España

Sabíamos que tendríamos que prescindir de gastos “superfluos”. ¡Y ni pensar en conocer lugares más allá de los límites de Madrid!

Así que luego de vender nuestras escasas pertenencias, nos fuimos rumbo a Madrid.

La experiencia en esa bella ciudad nos abrió los ojos y reavivó nuestro antiguo anhelo de conocer el mundo.

Dos cosas se conjugaron para ello:

  • Entrar en contacto con gente, no sólo de España, sino de diversas partes del mundo, con todas sus peculiaridades.
  • Tomar conocimiento de que existen maneras muy económicas de viajar, además de tomar partido de circunstancias geopolíticas como el Espacio Schengen.

Comenzamos, obviamente, conociendo los hitos turísticos de Madrid. Luego empezamos a aventurarnos por los alrededores.

Siguieron viajes a otras regiones de España. Finalmente comenzamos a visitar otros países, como Francia o el Reino Unido.

Descubrimos que la planificación previa del viaje nos daba  casi tanto placer como el viaje en sí. Y este es un punto que se nos reveló fundamental para hacer viajes inolvidables.

 

París, Francia

El escoger hosterías y posadas agradables en vez de hoteles, las oportunidades de tickets aéreos o de tren más económicos, las ofertas de temporadas y los cientos de tips y secretos que hemos ido descubriendo a través de estos años de trotamundos.

Descubrimos además otro hecho fundamental: cuando sales a viajar, no sólo haces un viaje “externo”. También realizas un viaje interno.

Viajando no sólo conoces a otras personas, otras culturas. También te conoces mejor a ti mismo. Te das cuenta de que eres capaz de resolver situaciones en entornos que no te son familiares.  Tus cinco sentidos están a tope. Tu conciencia situacional se desarrolla.

Vas descubriendo por el camino facetas que habían estado latentes y que se empiezan a manifestar. Facetas que quizá nunca se te hayan revelado si no hubieras comenzado a viajar.

Te hace crecer como persona, te vuelve más comprensivo, torelante y sensible a los problemas mundiales.

Aunque ya lo sabías de un modo “intelectual”, es viajando cuando realmente interiorizas el hecho de que compartimos uno y sólo un planeta al que debemos proteger a toda costa.

Para nosotras viajar es una forma de meditación, de filosofía.

Praga, Chequia

Lo primero que encontramos es que no necesitas (y no es recomendable) coleccionar, reunir objetos. Eso no enriquece al ser humano, No de un modo trascendente.

Lo que nos enriquece son las experiencias de vida. Esas son las que nos hacen crecer, ser mejores seres humanos. Se desarrolla de modo natural el desapego por lo material. Y te vas volviendo más hábil para discernir qué es lo esencial en tu vida y qué no lo es.

Otro aspecto, que nosotras comparamos con la meditación, es que el viajar te hace vivir un presente permanente. Al menos en nuestro caso, no nos preocupamos por el futuro ni nos afecta el pasado. Vivimos el presente porque es nuestra única realidad. Y así es como vivimos los viajes: un presente perpetuo lleno de posibilidades y enseñanzas.

Un viaje memorable no tiene que ser sólo algo así como visitar la Gran Muralla China o la Torre Eiffel. Un fin de semana en una playa local con amigos puede serlo también.

 

Homs, Siria

Algunos toman una vida de nómadas. Otros se asientan en un punto al que llaman hogar y de ahí planifican y viajan frecuentemente. Pero todos comparten esa voz interna que los llama a no quedarse mucho tiempo en un sitio.

Es esa emocionada curiosidad por conocer todo lo maravilloso que nuestro mundo tiene para ofrecer, lo que en última instancia nos impulsa a salir de nuestra zona de confort.

Hay un pensamiento de Paulo Coelho que refleja bastante nuestra noción de los viajes: No hace falta tener mucho dinero. Sólo hace falta el coraje de atreverse.